EL DESCENSO CICLICO
JOHN DEYME DE VILLEDIEU
V. LO COSMICO Y LO HUMANO

a) "Solidificación" y "disolución" en la sucesión y la simultaneidad
1. Se ha de "tener cuidado en no aplicar a los ciclos particulares y relativos lo que sólo es cierto para el Universo total, para el cual no podría hablarse de evolución ni de involución; pero cualquier manifestación cíclica está al menos en relación analógica con la manifestación universal, de la cual no es sino la expresión en un orden de existencia determinado". Hechas estas precisiones, René Guénon las completa recordándonos que "el manejo de la analogía" requiere un uso "bastante delicado".159

Así pues, y apoyándonos en la autoridad de René Guénon, procederemos con toda la prudencia necesaria y en la medida en que lo permita nuestro discernimiento. Es sobre todo de su estudio sobre las dualidades cósmicas, que data de 1921, de donde escogeremos aquello que más particularmente interesa a nuestro trabajo, como son algunos aspectos de la cosmogonía referidos al ciclo y su mitad. En primer lugar señalaremos diversas características de las dos fases del ciclo cósmico, posteriormente examinaremos el resultado de su confluencia en su punto medio, y por último trataremos de indicar a grandes rasgos cómo las influencias cósmicas repercuten sobre el comportamiento de nuestros contemporáneos.

*
*   *

2. Las múltiples dualidades constatadas en las cosas, afirma René Guénon, se presentan como las diversas modalidades de la Dualidad única que se encuentra en el origen de la Existencia. Sin duda en algunas de estas dualidades se observa un antagonismo, lo cual dista mucho de ser algo meramente imaginario. Tal vez porque se lo busca, es frecuente encontrar también un efecto de la oposición entre el bien y el mal, "punto de vista totalmente humano". Naturalmente a semejante punto de vista se le escapa el juego de complementariedad de las fuerzas que intervienen, complementarismo que conlleva un grado más profundo de realidad que aquel que únicamente tiene en cuenta la simple oposición.160 Si esa conciencia de la realidad profunda de las cosas escapaba al punto de vista moralista en 1921, hoy en día escapa todavía más al del inmoralismo riguroso que conduce al engreimiento egótico y expansionista. Pero ya se trate de complementariedad o de oposición, quedémonos con que esta confluencia, pacífica o belicosa, es constante desde el principio hasta el fin de un ciclo.

A lo largo de su estudio, y comparando diversas teorías, René Guénon expone la del Dr. Gustave Le Bon, quien distingue "entre dos fases radicalmente opuestas en la historia del mundo (…): primero, condensación de la energía bajo forma de materia, después, desgaste de esa energía", es decir, añade Guénon, "disociación de la materia", segunda fase ésta que, dicho sea de paso, corresponde a nuestro período actual.

En cuanto a estas dos fases sucesivas del ciclo, también se puede tomar en consideración el frío, principio de condensación, y el calor, principio de expansión. Así pues, puede decirse que durante la primera fase "el descenso de la temperatura traduce una tendencia a la diferenciación, de la cual la solidificación señala su último grado", y, por consiguiente, en la segunda fase, "el retorno a la indiferenciación deberá, en el mismo orden de existencia, efectuarse correlativamente, y en sentido inverso, por un aumento de la temperatura",161 conduciendo así a la disolución. Por tanto, en estas condiciones, el fin del ciclo será análogo a su origen, es decir inmaterial.

Pero lo que queremos resaltar ante todo es que si la tendencia a la diferenciación conduce a la individualización, la tendencia contraria deberá entrañar una regresión de dicho proceso de individualización, lo cual hoy en día no siempre es fácil de percibir con claridad. Es posible que pudiera encontrarse algo de esa naturaleza en los fenómenos de masas escenificados por nuestra época, y en donde los individuos, para huir de su misma desolación o colmar su propio vacío, a veces abdican de su individualismo, e incluso de su individualidad, en la medida en que ello es posible, con el fin de disolverse en algún alma colectiva.162 Sin embargo, esos movimientos de masas en los que se disuelve el individuo parecen contradecir al salvaje individualismo de esta misma época, cuya propensión hacia la independencia, el egocentrismo y el egoísmo se ha convertido en algo verdaderamente monstruoso. ¿Pero acaso esta contradicción no procede precisamente de la interdependencia entre las dos tendencias de que estamos hablando, y que se extiende a lo largo del ciclo, incluso hasta cuando, como ocurre hoy en día, la tendencia "disolutiva" es cada vez más preponderante?

En efecto, la Dualidad primera que recordábamos al principio de estas consideraciones, ejerce su influencia en todas las cosas y en todo momento durante el desarrollo y posterior replegamiento del ciclo. Asimismo, los dos procesos cósmicos de "condensación" y "disipación" no son, propiamente hablando, consecutivos, sino más bien simultáneos. Si, a pesar de todo, existe sucesión, ésta no se da como la de dos procesos concebidos como independientes el uno del otro, sino más bien como la del predominio de sus tendencias, cada una de ellas a su vez imponiéndose a la otra. Por ejemplo, cuando se consideran los términos de la primera Dualidad bajo el simbolismo del Cielo y la Tierra, como es el caso de la tradición china, se constata que en la primera parte del descenso cíclico las que tienden a prevalecer son las influencias terrestres, mientras que en la segunda parte del mismo son las influencias celestes las que lo arrastran lentamente, realizando, unas y otras la "condensación" y la posterior "disipación" del Mundo manifestado.

Teniendo siempre presentes las dos tendencias que a lo largo de los ciclos se interpenetran sin confundirse, podríamos hablar de forma todavía más explícita de las "atracciones respectivas del Cielo y la Tierra", los dos polos de la Dualidad primordial: la atracción de un polo produce una "condensación" a la cual corresponde en el polo opuesto una "disipación", doble movimiento que garantiza en el cosmos el equilibrio total. Por tanto, en cada estadio de la primera fase cíclica, cualquier "condensación" de orden substancial se acompaña de una "disipación" de orden esencial y, del mismo modo, en cada estadio de la segunda fase, cualquier "condensación" de orden esencial se acompaña de una "disipación" de orden substancial.163

Existe, además, otra forma de considerar el transcurrir del ciclo, que es teniendo en cuenta la actividad de los dos principios que en la tradición hindú se designan como Vishnu, el que conserva a los seres individuales en sus limitaciones a simple vista acomodaticias, y Shiva, el que destruye esas limitaciones, pero que gracias a esa transformación no siempre bien admitida, da acceso "a la plenitud del ser".164

Los tiempos que actualmente vivimos son los últimos del Manvantara y, por eso mismo, éstos más que todos los anteriores se encuentran sometidos a las condiciones materiales y gravitacionales, pues se sitúan en medio mismo de nuestro Kalpa, justo allí donde esas condiciones son al mismo tiempo las más constreñidoras e inestables. Es importante señalar el encuentro de estas dos coyunturas: la del Kalpa habiendo alcanzado el momento crucial en que su endurecimiento cede a la tendencia inversa, y la del séptimo Manvantara que toca a su disolución. Tal es la concordancia lógica de las leyes cósmicas.
*
*   *

3. Tras haber distinguido las dos fases del movimiento universal y mostrar la interacción incesante de las dos tendencias que lo caracterizan, vayamos ahora al estudio concreto del punto medio que separa estas dos fases al tiempo que las une. Es en este punto donde las dos tendencias adversas o complementarias se enfrentan de forma más tenaz, pues, por así decir, mantienen en equilibrio sus "energías", mientras que en cualquier otro punto del recorrido cíclico la ventaja recae siempre en una u otra, ya se trate de la "solidificación" o de la "disolución".

Cuando en su Divina Comedia Dante nos describe la morada de Lucifer, lo que en realidad nos está explicando a través de esas imágenes simbólicas son precisamente las condiciones correspondientes a la mitad del ciclo cósmico. Es "el punto más bajo", allí donde termina la fase descendente y comienza la fase ascendente, manifestándose sucesivamente la predominancia de tamas y de sattwa, es decir las "fuerzas de contracción y de condensación" y las "fuerzas de expansión y dilatación". Es el lugar donde triunfa la tendencia a la individualización con todas sus limitaciones. Esta morada de Lucifer es denominada por Dante "il punto al qual si traggon d'ogni parte i pesi",165 es decir, añade René Guénon, "el centro de las fuerzas de atracción y de compresión que en el mundo terrestre están representadas por la ley de la gravedad".166 A partir de ahí Dante efectúa "un cambio de dirección", abordando desde ese momento la fase ascendente de su "viaje".167 Este pasaje, que simboliza el tránsito de la primera a la segunda fase del ciclo, es de un gran interés para nosotros. Cogido del cuello de Virgilio, Dante le acompaña en una maniobra bastante singular. Agarrado a los costados velludos de Lucifer, descendiendo a lo largo de su cuerpo, y, en un punto que señala su cadera y que representa el centro del Mundo o del ciclo, Virgilio pone la cabeza donde antes tenía los pies y comienza a trepar a través de las piernas de Lucifer para alejarse, junto a Dante, del Infierno. Dejando a un lado el hecho de que ese cambio en el sentido de su dirección parecería aludir a una fórmula iniciática bastante relacionada con nuestro tema, dicho cambio igualmente recuerda ese balanceo del que tanto hemos hablado a propósito del paso de los puntos medianos en diversos períodos cíclicos.

Desde el punto de vista de este cambio profundo en el orden de las cosas, René Guénon continúa recordándonos que "si consideramos la mitad del ciclo cósmico teniendo en cuenta las dos tendencias que actúan simultáneamente, nos percataremos de que esa mitad es precisamente el instante en que, lejos de revelarse la victoria completa ?aunque fuese momentáneamente? de una de las dos tendencias, la preponderancia, al contrario, comienza a pasar de una a la otra".168 Se trata, pues, de un punto en que el equilibrio es muy inestable,169 y cuando se alcanza en el transcurso de un ciclo histórico, no es nada sorprendente que se produzcan cambios a veces importantes en el ámbito de las ideas y la vida social, llegando a provocar incluso agitaciones y auténticas revoluciones.

De hecho, desde el comienzo del Manvantara, mucho antes de la sublevación de los Kshatriyas, en el corazón mismo del período paradisíaco que ve transcurrir dos grandes Razas, el fenómeno mediano, de impacto universal, se manifiesta con frecuencia en temibles combates que finalmente acarrearán consecuencias muy nefastas. Pero como se trata de la primera fase del ciclo, es la "solidificación" la que acrecienta poco a poco su predominio en cada coyuntura, mientras que por su lado la fuerza de la gravedad ocasiona las "caídas".170 En cambio, durante el transcurso de la segunda fase es la tendencia "contraria" la que toma el relevo: a cada momento mediano, cuando se encuentran "en igualdad de fuerzas" las dos tendencias de que hablamos, el proceso densificador, cada vez menos pronunciado, ha de ceder el paso a la tendencia "disolutiva", la cual va afirmándose con mayor claridad hasta el fin del ciclo.

4. A lo largo de los tiempos se encadenan los períodos cíclicos. No obstante, a medida que se acercan a su fin y se reducen sus duraciones respectivas, va de suyo que los momentos medianos cada vez están más próximos los unos de los otros, cada uno haciendo su aparición poco después de comenzar el período al que divide, y precediendo con la misma celeridad a su término. Los acontecimientos se suceden a una velocidad que no cesa de aumentar, hasta acabar amontonándose todos ellos en el mayor desorden, tal como actualmente comprobamos a nuestro alrededor. Así pues, este caos cronológico se añade a la delicuescencia de las costumbres y de todas las cosas en el clima general de "disolución" que se acentúa a cada momento.

Tales son las características principales del descenso cíclico, pero es evidente que el movimiento es muy lento con respecto al de la sucesión de las generaciones humanas como para que en cada época las gentes tomen verdadera conciencia de él, especialmente en la primera fase del proceso. Prácticamente lo mismo sucede durante la segunda fase, con la excepción de que en los últimos años, y particularmente en los nuestros, las cosas parecen vislumbrarse menos inciertamente. Por un lado, la aceleración de nuestra caída se ha acentuado tanto que cada vez es más frecuente que la gente la advierta, aunque no sea sino a causa de la corrupción que tan sólo en una generación ha pasado de ser una actividad relativamente restringida y reservada, a convertirse en una actividad multiforme, desvergonzada y ostentosa, lo cual debe verse como un claro progreso de la disolución en nuestro mundo. De otro lado, y a pesar del desorden al que hacíamos referencia más arriba y del embrutecimiento que de él se deriva, no podemos dejar de señalar los curiosos fenómenos que se desarrollan a nuestro alrededor, y que de manera inocente son atribuidos a los caprichos de la moda. No sería difícil adivinar bajo esos fenómenos bastante corrientes los efectos extremos que podrían achacarse a tal o cual influencia cósmica.

Sea como sea, lo que nos sorprende es la desidia de que hacen gala la gran mayoría de las gentes ante el estado de cosas que aquí estamos recogiendo. Y de entre los pocos que se dan cuenta de tan evidentes anomalías, apenas unos cuantos son capaces de señalar las verdaderas causas. Algunas voces han dejado oír su protesta, pero éstas se han diluido en la confusión general, aunque sean "recuperadas", conclusión irrisoria, por los movimientos "políticos" de protesta sistemática que precisamente tienen como objetivo la descomposición del tejido social. Es cierto que de tanto en tanto aparecen voces de alarma y discursos bastante razonables en su análisis crítico, pero las masas han sido tan hábilmente acostumbradas a la anormalidad que su misma denuncia les parece de repente tan insólita, vista la cómplice indiferencia de los "responsables", como puramente anecdótica considerando la incoherencia de las "informaciones" mediatizadas.

A pesar de las dificultades del intento, a pesar incluso del enmarañamiento actual de las influencias cíclicas, es posible advertir en nuestra época terminal algunos de sus efectos en determinados ejemplos de la vida contemporánea. Asimismo, intentaremos descubrir en la sociedad que nos rodea eventuales huellas de la "disolución" y de la "solidificación" que suscita la fuerza cósmica: trataremos de discernir ambas tendencias bajo las formas que parecen adoptar actualmente para "rivalizar" entre sí, pues tal es la manera como se manifiesta frecuentemente en nuestro mundo la ley de la Dualidad.



Continuación

NOTAS
159 "Les dualités cosmiques", en la revista Etudes Traditionnelles, 1972, p. 60, 100. [Publicado en castellano por SYMBOLOS].
160 Ibid., p. 4-6.
161 Ibid., p. 56.
162 Es posible que estos fenómenos sean sobre todo cosas de jóvenes ("peregrinajes" en masa, o manifestaciones estudiantiles), aunque también son observables entre las personas ancianas (viajes organizados de la tercera edad.). Estos tropeles se reúnen bajo la vigilancia de "animadores" quienes les dan o les restituyen un "alma", por pasajera que fuese. Esta fusión en semejante sucedáneo de unidad ¿sería como la caricatura de la verdadera unidad ontológica a la cual cada uno aspira sin saberlo, y en donde todo ser se encuentra fundido pero no confundido? En estas aglomeraciones en tropel de que hablamos, ¿no se tratará, la mayoría de las veces, más bien de un estar "confundido sin estar fundido"? 

Este retorno a la indiferenciación y esta regresión de la individualización que lo acompaña, ¿no explicarían, en cierta manera, el triunfo de las teorías y las exhortaciones "comunistas" que se han difundido por el mundo desde el final del siglo XVIII? ¿No habría que ver en "Gracchus" Babeuf, con su "babuvismo", a uno de los precursores de estas peligrosas quimeras? 

163 La Grande Triade, p. 55-59. Es importante recordar aquí que los términos esencia y substancia, o mejor aún sin duda, los adjetivos esencial y substancial, pueden ser perfectamente utilizados, en el contexto cosmológico, no en su sentido propio, sino analógicamente (R. Guénon: L'Homme et son devenir selon le Vêdânta, p. 78, nota 1). Lo advertimos, por ejemplo, cuando se habla de los tanmâtras y de los bhûtas. Si los bhûtas son denominados "determinaciones substanciales" por el hecho de que pertenecen al dominio corporal, relativamente muy "próximo" a la Substancia universal, los tanmâtras, aunque pertenezcan a la manifestación sutil, muy "alejada" de la Esencia universal pero más "próxima" a ella que el dominio corporal, son considerados como las "determinaciones esenciales" (R. Guénon: Etudes sur l'Hindouisme, p. 46-47). Es por eso, escribe Guénon, que "la relación de los tanmâtras a los bhûtas es, en su grado relativo, análoga a la relación de la 'esencia' a la 'substancia', de tal manera que se podría dar en justicia a los tanmâtras la denominación de 'esencias elementales' " (L'Homme et son devenir., p. 76). Es evidentemente también por analogía que el autor, desde 1912, en la revista La Gnose, presentaba estas "esencias elementales" como "no manifestadas" (Mélanges, p. 109). Igualmente se otorga una amplia extensión a la significación del término de principio. Por ejemplo, Brahma es el Principio supremo, mientras que es en un grado mucho más modesto que los tanmâtras son los "principios" de los bhûtas (L'Homme et son devenir).
164 Revista Etudes Traditionnelles, 1972, p. 97-98.
165 Inferno, XXXIV, v. 110-111: "El punto hacia el cual de todas partes, los pesos son atraídos", según la traducción de A. Brizeux, publicada por la Ambassade du Livre.
166 Si se tienen en cuenta estas observaciones, se entenderá que sea en la mitad de un ciclo cuando los cuerpos humanos, y sin duda también los de los animales y vegetales, son más pesados. Curiosamente (?), en junio de 1996, oímos decir, en un ambiente exclusivamente femenino, que la moda era "en ese momento" la de las señoras "rollizas": ahora bien, 1996,23 es justamente la fecha mediana del pequeño ciclo 1993,29-1999,77, y corresponde al mes de julio.
167 L'Esotérisme de Dante, p. 70-72.
168 Etudes Traditionnelles, 1972, p. 58-59.
169 Así pues, al final de nuestro Manvantara, que corresponde al momento crítico mediano de nuestro Kalpa, se mezclan pasajeramente "solidificación" y "disolución". ¿No estaría expresándose esta imagen en la dureza y la blandura, la exigencia y la permisividad que arruinan la estabilidad de nuestras sociedades?
170 En el mundo angélico existe una prefiguración del espíritu de rebelión cuando Lucifer rehusa inclinarse ante la superioridad de Adán: este orgullo es la marca de un fiero egocentrismo, y esta ultrajante afirmación de individualismo, prueba de densificación, acarrea la caída del Arcángel. Otra insubordinación: Eva, movida por la "serpiente" (= nahash = fuerza compresiva, según Fabre d'Olivet), desobedece la orden divina por curiosidad, codicia o concupiscencia, pero en cualquier caso se trata de una necesidad de apropiarse de algo más, en fin, de adquirir más compacidad, y esta densificación causa la "caída" de la primera pareja humana.

 

Estudios Publicados
Home Page