SYMBOLOS Nº 15-16
 "FIN DE CICLO  I" 
Carta Editorial

Esta vez habiendo elaborado un material muy extenso como en otras ocasiones, (que exige 2 volúmenes) y dada la actualidad del tema "Fin de ciclo" entregamos hoy el primer tomo (1998) correspondiente a los Nos. 15–16 de nuestra revista que publicará en 1999 el segundo de Fin de ciclo (Nos. 17–18), si Dios quiere. 

A dos años del fin del milenio no se ve que nadie se toque por este acontecimiento decisivo para la humanidad presente, a diferencia de lo que sucedió en el milenio pasado (y en el siglo XVI, por ejemplo, o en numerosas ocasiones históricas ligadas o no a la manifestación de signos, catástrofes y cometas). 

Hoy en día la aparición de señales de las que tan buen ejemplo es el fenómeno del Niño, (inundaciones, desertización e incendios) sumado a temblores, pestes, enfermedades, guerras, hambrunas y distintas manifestaciones desconocidas hasta hoy, y a conflictos sociales y familiares y todo tipo de anomalías en la vida cultural de los pueblos, se nos hace habitual y podemos verla por doquier; basta coger cualquier periódico o encender la televisión. Sin embargo estas catástrofes naturales y sus secuelas económicas y políticas no son nada respecto a la perversión del hombre actual que ha matado todo símbolo y espacio sacro al punto de haber llegado a ser un robot vacío de todo sentido sobreviviendo en un mundo sin significados. Los crímenes ecológicos, el recalentamiento global, la enajenación cibernética y la clonización dan cuenta acabada de ello. Sobre todo esta última aberración, es tan aterradora que llega a estremecer, e incluso conforma la mueca más horrible del humor negro, ya que incluye a personas que creen que descienden del mono, clonándose a sí mismas, de modo indefinido. 

Pero no se trata de dar una visión "pesimista" de este magno acontecimiento, mucho menos catastrófica, –aunque tampoco tan hipócrita como para velar hechos que por otra parte la ciencia de los ritmos y los ciclos, anuncia desde hace siglos–, en aras de dar una versión "optimista" de todo ello, es decir ocultar la cabeza como el avestruz, cuando al mismo tiempo con ese acontecimiento, análogo a la muerte de un ser vivo, concretamente el humano, se abre también la puerta a otros estados del Ser, y suprime su dolor, su angustia, su enfermedad, su pobreza y todas aquellas otras miserias inherentes al estado que corresponde a la humanidad actual, en este fin de ciclo que nos toca vivir. 

Las guerras religiosas, las rencillas entre distintas entidades esotéricas, no solamente entre instituciones ocultistas, sino entre distintos grupos igualmente tradicionales, son también símbolos de la disolución total, tan importantes como el de la aceleración y la solidificación general aunque constituyen simultáneamente la posibilidad de la resurrección, de un nuevo nacimiento en una Edad de Oro, donde los hombres de hoy vivan su regeneración espiritual y psíquica y conformen las simientes de ese extraordinario Eón que se avizora. 

De todas estas circunstancias y asimismo de la posibilidad de la salvación nace el mito universal del Arca de Noé, en donde se pueden conservar las especies para una tierra regenerada después del diluvio, el cual para nuestro punto de vista se efectúa mediante los medios que provee la Tradición Hermética y la Vía Simbólica, especialmente el Simbolismo Constructivo. 

La ciclología tiene la virtud de hacernos comprender que lo que estamos viviendo y el fin del ciclo que nos aguarda ya ha sucedido otras veces con distinta intensidad y que ello no es un espanto apocalíptico, con horrores físicos como se lo suele pintar, sino los últimos estertores que agitan a un enfermo, tal cual sucede a veces con los instantes finales de un ser humano –cuyo deceso es para él el fin de su mundo, o sea, el fin de un mundo, e igualmente la oportunidad de la vida verdadera. 

Por eso el estudio de la ciclología y la meditación posterior, como la reflexión sobre las auténticas profecías de todos los pueblos son también una base y un método para salir de la prisión de la mente y conocer otros estados del Ser Universal, tal como lo simboliza la escala de Jacob, y como ya hemos dicho el Arca de Noé, que no es sino el vehículo en el que podemos transladarnos de un mundo a otro, sin ninguna concesión a lo literal. Este estudio nos lleva a meditar en la Grandeza y Majestad de quien ha creado y diseñado el Cosmos y los Eones, y a su través a comulgar, ser uno con El: si se es uno con el concierto cósmico, se es uno con El que lo ha creado, y El lo es contigo. El tiempo se hace simultáneo y la realidad de todo ello sobrepasa cualquier concepción profana. Por eso las teorías científicas modernas son un juego de niños comparado con la concepción tradicional de la Cosmogonía, donde en la dimensión de un dios un siglo es un segundo. 

Pero en verdad son los extremismos religiosos, los falsos profetas y la corrupción y adulteración los signos que están caracterizando no sólo al mundo profano, sino al espacio esotérico, negando estas mafias toda posibilidad de una veraz iniciación, y estructurando las señales más graves y características de este fin de ciclo. 

La aceleración casi total nos hace pensar en un momento terminal que ya estamos viviendo y se da la paradoja de que el hombre, negando lo que tiene, llora y se lamenta por lo que nunca tuvo y por lo tanto por aquello que tampoco puede perder. 

Ante el horror general sólo cabe entonces la posibilidad de la realización particular, que busque en una logia o grupo pequeño el apoyo y la doctrina para apuntalar el llamado del Conocimiento lejos de las estafas y las maniobras políticas e inmorales a las que nos tienen acostumbrados ciertos movimientos que, disfrazados con distintos ropajes inocentes nos están tratando de vender gato por liebre, religión y fundamentalismo por Metafísica y Ciencia Sagrada; esto es particularmente claro en aquellos que diciéndose incluso tradicionales sólo tratan de encauzar hacia su molino todas las aguas del descontento provocado por el mundo moderno, con propósitos equívocos. 

Queda siempre la posibilidad, hoy en día nada improbable por las mismas condiciones cíclicas, de la gracia de la au-torrealización ya que Dios está en el Centro de todo ser humano sin necesidad de ninguna religión, (aunque se revela muchas veces por su intermedio) sin la obligación del dogma, las ceremonias, la burocracia administrativa, y la "legalidad". 

En todo caso se puede afirmar sin equivocarse que nuestra ubicación y, en general, el planteo de nuestra vida cambia si aceptamos como definitivo el que estamos en una etapa avanzada del Kali Yuga, y que por lo tanto es ya inevitable la caída e innecesaria cualquier acción de tipo social, por el mismo hecho de que nada podemos hacer más allá de operar en la individualidad o en un pequeño –pequeñísimo– grupo. Desde luego aceptar esto que nos ha sido enseñado es muy doloroso, es decir, que esta humanidad se autocondena y que no quedará nada de ella. Es un alivio, sin embargo, reconocer que, por alguna razón eso forma parte del plan divino, y que nosotros no tenemos ninguna responsabilidad en ello. 

Y ahora que la "postmodernidad" ha dado lugar al "preapocalipsis" no parece mal citar la conocida frase de René Guénon que pone final a su libro El reino de la cantidad y los signos de los tiempos: "… si se pretende alcanzar la realidad del orden más profundo, puede afirmarse con todo rigor que el ‘fin de un mundo’ no es nunca ni podrá ser jamás algo diferente del fin de una ilusión." 

Por exceso de material hemos suprimido en este primer volumen las secciones Libros y Revista de Revistas. Los colaboradores invitados de este primer tomo son los siguientes: Manrique Miguel Mom (†) argentino, científico y militar de carrera, sufrió una larga enfermedad que lo obligó a retirarse aunque nos dejara el fruto de sus estudios sobre la Ciencia de los Ciclos y Ritmos, plasmado en su libro "Ciclos Cósmicos de la Humanidad", inédito, del cual publicamos un fragmento. José Mª Conde Igelmo, español de San Sebastián, del que igualmente publicamos una parte de un estudio sobre Ciclología más amplio: "La Tradición y el mico de Dios". Javier S. Maskin, argentino director de la revista interamericana Debate. John Deyme de Villedieu, colaborador de la francesa Vers la Tradition. Joscelyn Godwin, profesor inglés radicado en U.S.A. del que SYMBOLOS viene publicando de forma exclusiva en castellano su serie de artículos "Anales del Colegio Invisible". Como siempre contamos con los redactores habituales de la revista. 
 

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