ESOTERISMO Y FIN DE CICLO (1 a 3)

FEDERICO GONZALEZ
 
ADENDA 
Escritos de Guénon donde se destaca la diferencia
entre Metafísica y Religión
"Si todavía hubiese ahí una iniciación virtual, como algunos lo han considerado en las objeciones que nos han hecho, y si en consecuencia aquellos que han recibido los sacramentos cristianos, o hasta sólo el bautismo, no tuvieran por ello ninguna necesidad de buscar otra forma de iniciación cualquiera que fuese, ¿cómo podría explicarse la existencia de organizaciones iniciáticas específicamente cristianas, tales como las que hubo indiscutiblemente durante toda la Edad Media, y cuál podría ser entonces su razón de ser, ya que de alguna manera sus ritos particulares repetirían inútilmente los ritos ordinarios del Cristianismo? Se dirá que éstos constituyen o representan solamente una iniciación a los 'misterios menores', de suerte que la búsqueda de otra iniciación se habría vuelto obligatoria para aquellos que hubiesen querido ir más lejos y acceder a los 'misterios mayores'; pero, aparte de que es muy inverosímil, por no decir más, que todos aquellos que entraron en las organizaciones de las que se trata hayan estado preparados para abordar ese dominio, hay en contra de tal suposición un hecho decisivo: la existencia del hermetismo cristiano, ya que, por definición misma, el hermetismo depende precisamente de los 'misterios menores'; y no hablamos de las iniciaciones de oficio, que se relacionan también con este mismo dominio, y que, incluso en el caso en que no puedan llamarse específicamente cristianas, no por ello dejaban de requerir de sus miembros, en un medio cristiano, la práctica del exoterismo correspondiente." (Apreciaciones sobre el esoterismo cristiano, cap.: "Cristianismo e Iniciación"). 

".hemos tenido siempre el mayor cuidado en indicar que interviene una influencia espiritual tanto en los ritos exotéricos como en los iniciáticos, pero es evidente que de ninguna manera los efectos que produce podrían ser del mismo orden en ambos casos, sin lo cual la distinción misma de los correspondientes dominios ya no subsistiría. Tampoco comprendemos qué tendría de inadmisible que la influencia que opera por medio de los sacramentos cristianos, tras haber actuado primeramente en el orden iniciático, a continuación, en otras condiciones y por razones que dependen de esas mismas condiciones, haya hecho descender su acción al dominio simplemente religioso y exotérico, de tal manera que sus efectos hayan estado limitados desde entonces a ciertas posibilidades de orden exclusivamente individual, que tienen como meta la 'salvación', y eso conservando sin embargo, en cuanto a las apariencias exteriores, los mismos soportes rituales, porque éstos eran de institución crística y sin ellos ni siquiera habría habido ya tradición propiamente cristiana." (Ibid.). 

"Por otra parte, va de suyo que la misma enseñanza doctrinal no es comprendida en el mismo grado por todos los que la reciben; entre éstos, pues, hay quienes, en cierto sentido, penetran el esoterismo, mientras que otros se atienen al exoterismo porque su horizonte intelectual es más limitado." (El hombre y su devenir según el Vêdânta, cap. I: "Generalidades sobre el Vêdânta"). 

"Sería probablemente imposible asignar una fecha precisa a ese cambio que hizo del Cristianismo una religión en el sentido propio del término y una forma tradicional dirigida a todos indistintamente, pero lo que es cierto en todo caso es que se trataba ya de un hecho consumado en la época de Constantino y el concilio de Nicea, de manera que éste no tuvo más que 'sancionarla', si así puede decirse, inaugurando la era de las formulaciones 'dogmáticas' destinadas a constituir una presentación puramente exotérica de la doctrina." (Apreciaciones sobre el esoterismo cristiano, cap.: "Cristianismo e Iniciación"). 

"Ahora podrá comprenderse por qué decíamos antes que es difícil aplicar rigurosamente el término de religión fuera del conjunto formado por el judaísmo, el cristianismo y el islamismo, lo que confirma el origen específicamente judaico de la concepción que esta palabra expresa actualmente. Es que, por dondequiera, las tres partes que acabamos de caracterizar [un dogma, una moral, un culto] no se encuentran reunidas en una misma concepción tradicional; así, en China, vemos el punto de vista intelectual y el punto de vista social, representados por lo demás por dos cuerpos de tradición distintos, pero el punto de vista moral está ausente en absoluto, aun de la tradición social. En la India igualmente, es este punto de vista moral el que falta: si la legislación no es religiosa como en el Islam, es porque está desprovista por completo del elemento sentimental único que puede imprimirle el carácter especial de moralidad; en cuanto a la doctrina, es puramente intelectual, es decir metafísica, sin ninguna huella tampoco de esta forma sentimental que sería necesaria para darle el carácter de un dogma religioso, y sin la cual la unión de una moral a un principio doctrinal es del todo inconcebible." (Introducción general al estudio de las doctrinas hindúes, 2ª parte, cap. IV: "Tradición y Religión"). 

"Una tradición verdaderamente iniciática no puede ser 'heterodoxa', calificarla así, es invertir la relación jerárquica entre lo interior y lo exterior. El esoterismo no es contrario a la 'ortodoxia', aun entendida simplemente en sentido religioso: está por encima y más allá del punto de vista religioso, lo que evidentemente no es del todo la misma cosa; y, de hecho, la acusación injustificada de 'herejía' no fue a menudo más que un medio cómodo de desembarazarse de gente que podía ser molesta por otros motivos distintos". (Apreciaciones sobre el esoterismo cristiano, cap.: "El lenguaje secreto de Dante y los 'Fieles de Amor' II"). 

".Entre estas escuelas a las que acabamos de aludir ['generalmente muy cerradas' .'cuyas doctrinas no se expresaban fuera sino bajo el velo de ciertos símbolos' .'doctrinas bastante profundas para ser del todo extrañas a la mentalidad común'], podemos mencionar como ejemplo a los alquimistas, cuya doctrina era sobre todo de orden cosmológico; pero la cosmología debe tener siempre por fundamento cierto conjunto más o menos extenso de concepciones metafísicas. Podría decirse que los símbolos contenidos en los escritos alquímicos constituyen aquí el exoterismo, en tanto que su interpretación reservada constituye el esoterismo.". (Introducción general al estudio de las doctrinas hindúes., 2ª parte, cap. IX: "Esoterismo y exoterismo"). 

"Acabamos de ver que hay casos en los que la distinción de ambos dominios exotérico y esotérico no aparece como absolutamente cortada, por el propio hecho de la manera particular como están constituidas algunas formas tradicionales, y que establece una suerte de continuidad entre uno y otro; por el contrario, hay otros en los que esa distinción es perfectamente neta, y ello es especialmente así cuando el exoterismo reviste la forma específicamente religiosa." (Apreciaciones sobre la Iniciación, cap. XXIV: "La plegaria y la incantación"). 

"Todo conocimiento del que se pueda decir que es verdaderamente iniciático resulta de una comunicación establecida conscientemente con los estados superiores; y es con una tal comunicación con la que claramente se relacionan términos como 'inspiración' y 'revelación', si se entienden en su verdadero sentido y sin tener en cuenta los abusos que demasiado a menudo se cometen en el lenguaje ordinario de nuestra época." (Nota: "En el fondo esas dos palabras designan la misma cosa, encarada desde dos puntos de vista algo diferentes: lo que es 'inspiración' para el propio ser que la recibe, deviene 'revelación' para los otros seres a quienes la transmite, en la medida en que ello es posible, al manifestarla exteriormente por medio de un modo de expresión cualquiera.") (Ibid., cap. XXXII: "Los límites de lo mental".) 

"Es exactamente en este punto donde se detienen las concepciones que pueden llamarse con propiedad religiosas, las que se refieren siempre a extensiones de la individualidad humana, de modo que los estados que permiten alcanzar deben conservar forzosamente alguna relación con el mundo manifestado, inclusive cuando lo sobrepasan, y no son estos los estados trascendentes a los cuales no hay otro acceso más que a través del Conocimiento metafísico puro." (El hombre y su devenir según el Vêdânta, cap. XXI: "El 'viaje divino' del ser en vías de Liberación"). 

"Todo esto, por otra parte, no nos impide admitir que las concepciones religiosas son susceptibles de una transposición por la cual reciben un sentido superior y más profundo, y esto porque ese sentido está también en las Escrituras sagradas sobre las cuales reposan; pero, mediante tal transposición, pierden su carácter específicamente religioso, puesto que este carácter está ligado a ciertas limitaciones, fuera de las cuales se está en el orden metafísico puro. Por otra parte, una doctrina tradicional que, como la hindú, no se sitúa en el punto de vista de las religiones occidentales, no por eso deja de reconocer la existencia de los estados que son considerados más especialmente por estas últimas, y ello debe ser forzosamente así, desde el momento en que esos estados son efectivamente posibilidades del ser; pero no puede concederles una importancia igual a la que les dan las doctrinas que no van más allá (la perspectiva cambia junto con el punto de vista, si así puede decirse), y, como los sobrepasa, los sitúa en su exacto lugar en la jerarquía total." (Ibid.). 

"Uno de los puntos más importantes es éste: la acción, cualquiera que ella sea, de ningún modo puede liberar de la acción; en otros términos, no podría producir frutos más que en el interior de su propio dominio, que es el de la individualidad humana. Así pues, no es por medio de la acción que es posible sobrepasar la individualidad, tomada aquí por otra parte en su extensión integral, pues no pretendemos de ninguna manera que las consecuencias de la acción se limiten tan sólo a la modalidad corporal; puede aplicarse a este respecto lo que dijimos anteriormente a propósito de la vida, que efectivamente es inseparable de la acción. De ello, resulta inmediatamente que la 'salvación', en el sentido religioso en el que los occidentales entienden esta palabra, al ser fruto de ciertas acciones, no puede asimilarse a la Liberación; y es tanto más necesario declararlo expresamente e insistir en ello cuando constantemente se comete la confusión entre una y otra por parte de los orientalistas." (Ibid., cap. XXII: "La Liberación final"). 

"La metafísica y la religión no están ni estarán jamás en el mismo plano; de ello resulta, por otra parte, que una doctrina puramente metafísica y una doctrina religiosa no pueden competir ni entrar en conflicto, puesto que sus dominios son claramente diferentes." (Oriente y Occidente, 2ª parte, cap. IV: "Entendimiento sin fusión"). 

".el esoterismo es esencialmente otra cosa que la religión, y no la parte 'interior' de una religión como tal, incluso cuando toma su base y su punto de apoyo en ésta como ocurre en ciertas formas tradicionales, en el Islamismo por ejemplo*; y la iniciación no es tampoco una suerte de religión especial reservada a una minoría, como parecen imaginarse, por ejemplo, quienes hablan de los misterios antiguos calificándolos de 'religiosos'. No nos es posible desarrollar aquí todas las diferencias que separan ambos dominios, religioso e iniciático, pues, aún más que cuando solamente se trataba del dominio místico que no es sino una parte del primero, ello nos llevaría con seguridad muy lejos.". (*Nota: "Es para señalar bien esto y evitar todo equívoco que conviene decir 'esoterismo islámico' o 'esoterismo cristiano', y no 'islamismo esotérico' o 'cristianismo esotérico'; es fácil comprender que hay ahí algo más que un simple matiz".) (Apreciaciones sobre la Iniciación, cap. III: "Errores diversos relacionados con la iniciación"). 

"Ahora, para mayor comodidad, se podría dividir a las organizaciones tradicionales en 'exotéricas' y 'esotéricas', aunque ambos términos, si se quisiera entenderlos en su sentido más preciso, quizá no se aplicaran por doquier con igual exactitud; pero, para lo que ahora tenemos en vista, nos bastará con entender por 'exotéricas' las organizaciones que, en determinada forma de civilización, están abiertas a todos indistintamente, y por 'esotéricas' las que están reservadas a una élite, o, en otros términos, en las que no se admiten más que aquéllos que poseen una 'cualificación' particular. Estas últimas son propiamente las organizaciones iniciáticas; en cuanto a las otras, no solamente comprenden las organizaciones específicamente religiosas, sino también, como se lo ve en las civilizaciones orientales, organizaciones sociales que no tienen ese carácter religioso, todo y estando parejamente vinculadas a un principio de orden superior, lo cual es en todos los casos la condición indispensable para que puedan reconocerse como tradicionales. Por otra parte, como no tenemos que considerar aquí a las organizaciones exotéricas en sí mismas, sino que únicamente hemos de hacerlo para comparar su caso al de las organizaciones esotéricas o iniciáticas, podemos limitarnos a las organizaciones religiosas, puesto que éstas son las únicas de ese orden que se conocen en Occidente, y de ese modo lo que con ello se relaciona será más inmediatamente comprensible." (Ibid., cap. VIII: "De la transmisión iniciática"). 

"Ahora, por lo mismo que se trata de esoterismo y de iniciación, es que de ninguna manera se trata de religión, sino más bien de conocimiento puro y de 'ciencia sagrada', la que no por tener ese carácter sagrado (el cual ciertamente no es monopolio de la religión como algunos parecen creerlo equivocadamente) es menos esencialmente ciencia, aunque en un sentido notoriamente diferente del que dan a ese término los modernos, quienes ya no conocen más que la ciencia profana, desprovista de todo valor desde el punto de vista tradicional, y más o menos procedente, como a menudo lo hemos explicado, de una alteración de la idea misma de ciencia." (Ibid., cap. XI: "Organizaciones iniciáticas y sectas religiosas"). 

".quien dice 'secta' dice necesariamente, por la misma etimología de la palabra, escisión o división; y, efectivamente, son divisiones engendradas, en el seno de una religión, por divergencias más o menos profundas entre los miembros. En consecuencia, las 'sectas' son forzosamente multiplicidad, y su existencia implica un alejamiento del principio del cual el esoterismo, por su propia naturaleza, está por el contrario más próximo que la religión, y más en general que el exoterismo, incluso aunque éste se halle exento de toda desviación. Efectivamente, es por el esoterismo que se unifican todas las doctrinas tradicionales, más allá de las diferencias de sus formas exteriores, por otra parte necesarias en su propio orden; y, desde ese punto de vista, no solamente las organizaciones iniciáticas no son para nada 'sectas', sino que incluso son exactamente su contrario. 

"Además, las 'sectas', cismas o herejías, aparecen siempre como derivadas de una religión dada, en la cual han nacido y de la que son, por decirlo así, como ramas irregulares. Por el contrario, de ninguna manera el esoterismo puede derivarse de la religión; incluso allí donde la toma como soporte, en tanto que medio de expresión o realización, no hace otra cosa que unirla efectivamente a su principio, y representa en realidad, en relación con ella, a la Tradición anterior a todas las formas exteriores particulares, sean religiosas u otras. Lo interior no puede ser producido por lo exterior, como tampoco el centro por la circunferencia, ni lo superior puede ser producido por lo inferior, como no puede serlo el espíritu por el cuerpo; las influencias que presiden las organizaciones tradicionales siempre van descendiendo y no remontan jamás, como tampoco un río hacia su fuente. Pretender que la iniciación pudiera haber nacido de la religión, y con más fuerte razón de una 'secta', es invertir todas las relaciones normales que resultan de la naturaleza misma de las cosas;* y el esoterismo es verdaderamente, con respecto al exoterismo religioso, lo que es el espíritu en relación con el cuerpo, tanto es así que, cuando una religión ha perdido todo punto de contacto con el esoterismo,** no queda en ella más que 'letra muerta' y formalismo incomprendido, porque lo que la vivificaba, era la comunicación efectiva con el centro espiritual del mundo, y ésta solamente puede ser establecida y mantenida conscientemente por el esoterismo y por la presencia de una organización iniciática verdadera y regular." "Ahora, para explicar cómo la confusión que nos dedicamos a disipar ha podido presentarse con bastante apariencia de razón como para hacerse aceptar por gran número de aquéllos que sólo consideran las cosas desde afuera, es necesario decir esto: pareciera como si en algunos casos, las 'sectas' religiosas hubieran podido nacer de la difusión desconsiderada de fragmentos de doctrina esotérica más o menos incomprendida; pero al esoterismo en sí mismo de ninguna manera podría hacérselo responsable de esta especie de 'vulgarización' o de 'profanación', en el sentido etimológico de la palabra, que es contraria a su esencia misma, y que jamás ha podido producirse más que a expensas de la pureza doctrinal. Fue necesario, para que tal cosa tuviera lugar, que aquellos que recibían tales enseñanzas las comprendiesen bastante mal, faltos de preparación o tal vez hasta de 'cualificación', como para atribuirles un carácter religioso que las desnaturalizaba totalmente: ¿no viene siempre el error, en definitiva, de una incomprensión o una deformación de la verdad?" (*Nota: "Un error similar, pero más agravado, lo cometen aquéllos que quisieran hacer surgir la iniciación de algo aún más exterior, como una filosofía por ejemplo; el mundo iniciático ejerce su influencia 'invisible' sobre el mundo profano, directa o indirectamente, pero por el contrario, fuera del caso anormal de una grave degeneración de ciertas organizaciones, de ninguna manera podría ser influido por éste." **Nota: "Hay que subrayar que, cuando decimos 'punto de contacto', eso implica la existencia de un límite común a ambos dominios, por medio del cual se establece su comunicación, pero que no entraña por eso ninguna confusión entre ambos.) (Ibid.). 

"Otro punto de capital importancia es el siguiente: la iniciación, en cualquier grado que sea, representa para el ser que la ha recibido una adquisición permanente, un estado que virtual o efectivamente ha alcanzado de una vez por todas, y que de ahí en adelante nada podrá quitarle. Podemos remarcar que también aquí hay una diferencia muy clara con los estados místicos, que aparecen como algo pasajero y hasta fugaz, de los cuales el ser sale tal como hubo entrado, y que puede incluso no volver a encontrar jamás, lo que se explica por el carácter 'fenoménico' de esos estados, recibidos desde afuera, de alguna manera, en lugar de proceder de la 'interioridad' misma del ser." Nota: "Esto toca a la cuestión de la 'dualidad' que necesariamente mantiene el punto de vista religioso, por lo mismo que se relaciona esencialmente con lo que la terminología hindú designa como el 'No-Supremo'." (Ibid., cap. XV: "De los ritos iniciáticos"). 

"De hecho, los ritos exotéricos no tienen por objetivo, tal como los ritos iniciáticos, el abrir al ser ciertas posibilidades de conocimiento, cosa a la que no todos podrían ser aptos; y, por otra parte, es esencial destacar que, aunque necesariamente apelen también a la intervención de un elemento de orden supraindividual, su acción nunca está destinada a superar el dominio de la individualidad. Esto es muy evidente en el caso de los ritos religiosos, que podemos tomar más particularmente como término de comparación, puesto que son los únicos ritos exotéricos que actualmente conoce Occidente: toda religión se propone únicamente asegurar la 'salvación' de sus adherentes, lo cual es una finalidad que surge asimismo del orden individual y, en cierto modo por definición, su punto de vista no se extiende más allá; los místicos mismos no encaran sino la 'salvación' y nunca la 'Liberación', mientras que ésta es, por el contrario, la meta suprema y última de toda iniciación." (Nota: "Si se dice que, según la distinción que más adelante precisaremos, esto sólo es verdad con respecto a los 'grandes misterios', responderemos que los 'pequeños misterios', que se detienen efectivamente en los límites de las posibilidades humanas, no constituyen en relación con los primeros más que un estado preparatorio, y no tienen su propio fin en sí mismos, mientras que la religión se presenta como un todo suficiente que no requiere ningún complemento ulterior.") (Ibid.). 

"Hemos dicho precedentemente que los ritos religiosos y los ritos iniciáticos son de orden esencialmente distinto y no pueden tener el mismo objetivo, lo que resulta necesariamente de la distinción misma de ambos dominios, el exotérico y el esotérico, con los cuales respectivamente se relacionan; si en la mente de algunos se producen confusiones entre los unos y los otros, se deben ante todo a un desconocimiento de esa distinción, y en parte puede que también a las similitudes que a veces presentan esos ritos a pesar de todo, por lo menos en sus formas exteriores, y que pueden equivocar a quienes sólo observan las cosas 'desde afuera'. Sin embargo, la distinción es perfectamente clara cuando se trata de ritos religiosos, que son de orden exotérico por definición, y que en consecuencia no deberían dar lugar a ninguna duda; pero es necesario decir que al menos ésta puede producirse en otros casos, como en aquél de una tradición en la que no existe la división de un exoterismo y un esoterismo constituidos como dos aspectos separados, sino que hay en ella solamente dos grados diversos de conocimiento, pudiendo ser la transición de uno al otro casi insensible, tal como ocurre claramente en la tradición hindú; esta transición gradual se traducirá naturalmente en los ritos correspondientes, tanto que algunos de ellos podrán presentar, bajo ciertos aspectos, un carácter en cierto modo mixto o intermediario." (Ibid., cap. XXIII: "Sacramentos y Ritos Iniciáticos"). 

".el upanayana confiere la calidad de dwija o 'nacido dos veces', y por otra parte se sabe que esta expresión se aplica también en un sentido muy preciso a la iniciación." "Es verdad que el bautismo cristiano, muy diferente por otro lado del upanayana desde cualquier otro punto de vista, es igualmente un 'segundo nacimiento', y es demasiado evidente que ese rito no tiene nada en común con una iniciación; pero ¿cómo es que el mismo término técnico puede aplicarse así a la vez en el orden de los samskâras (comprendidos aquí los sacramentos) y en el orden iniciático? La verdad es que el 'segundo nacimiento', en sí mismo y en su sentido totalmente general, es propiamente una regeneración psíquica (es necesario prestar mucha atención, en efecto, al hecho de que es al dominio psíquico al que se refiere directamente, y no al dominio espiritual, porque entonces ello sería un 'tercer nacimiento') pero esa regeneración puede o bien no tener en sí misma más que efectos únicamente psíquicos, es decir limitados a un orden más o menos especial de posibilidades individuales, o bien, por el contrario, ser el punto de partida de una 'realización' de orden superior; es solamente en este último caso que tendrá un contenido propiamente iniciático, mientras que en el primer caso pertenece al lado más 'exterior' de las diversas formas tradicionales, es decir a aquél del que todos participan indistintamente." (Nota: "La limitación de los efectos de la regeneración cumplida de modo exotérico explica por qué no puede de ninguna manera ocupar el lugar de la iniciación o dispensar de ella, aunque una y otra tengan en común el carácter de 'segundo nacimiento' entendido en su sentido más general.") (Ibid.) 

Y sobre la Teología:

". lo que [esta cuestión: relaciones de la metafísica y la teología] implica esencialmente es, en el fondo, una comparación entre dos modos diferentes de pensamiento, el pensamiento metafísico puro y el pensamiento específicamente religioso. 

"El punto de vista metafísico, ya lo dijimos, es el único verdaderamente universal, por lo tanto ilimitado; cualquier otro punto de vista es, en consecuencia, más o menos especializado y está obligado, por su propia naturaleza, a ciertas limitaciones. . Ahora bien, esta limitación esencial, susceptible de ser más o menos estrecha, existe asimismo para el punto de vista teológico; en otros términos, éste es también un punto de vista especial.. De hecho, no han dejado de producirse estas confusiones y han llegado hasta un trastorno de las relaciones que normalmente deberían existir entre la metafísica y la teología, puesto que aún en la Edad Media, que fue sin embargo la única época en que la civilización occidental recibió un desarrollo verdaderamente intelectual, sucedió que la metafísica, . fue concebida como dependiente de la teología; y si pudo ser así, fue porque la metafísica, tal como la consideró la doctrina escolástica, había permanecido incompleta, de manera que no podían darse cuenta por completo de su carácter de universalidad, el cual implica la ausencia de cualquier limitación, puesto que no se la concebía efectivamente más que dentro de ciertos límites, y ni siquiera se sospechaba que hubiese más allá de esos límites una posibilidad de concepción. . .y es cierto que los griegos, aun en la medida en que hicieron metafísica verdadera, hubieran podido engañarse exactamente de la misma manera, si hubiese habido algo en ellos que correspondiese a lo que es la teología en las religiones judeocristianas.". (Introducción general al estudio de las doctrinas hindúes, 2ª parte, cap. VI: "Relaciones entre la Metafísica y la Teología"). 

"La influencia del elemento sentimental daña de manera evidente la pureza intelectual de la doctrina, y representa, en suma, hay que decirlo, una decadencia en relación con el pensamiento metafísico.". "Sea lo que fuere, no es menos cierto que el sentimiento no es más que relatividad y contingencia, y que una doctrina que se dirige a él y sobre la cual él reacciona no puede ser ella misma sino relativa y contingente; y esto puede observarse con particularidad a propósito de la necesidad de 'consolaciones' a la cual responde, en amplia medida, el punto de vista religioso. La verdad, por sí misma, no tiene por qué ser consoladora; si alguien la encuentra así, tanto mejor para él, cierto, pero el consuelo que experimenta no viene de la doctrina, sino de él mismo y de las disposiciones particulares de su propio sentimentalismo. Al contrario, una doctrina que se adapta a las exigencias del ser sentimental, y que debe por lo tanto revestirse ella misma de una forma sentimental, no puede identificarse ya con la verdad absoluta y total; la profunda alteración que en ella produce la entrada de un principio consolador es correlativa con un desfallecimiento intelectual de la colectividad humana a la que se dirige. Por otro parte, de ahí nace la diversidad profunda de los dogmas religiosos, la cual acarrea su mutua incompatibilidad, porque mientras que la inteligencia es una, y la verdad en cualquier medida en que sea comprendida no puede ser más que de una manera, el sentimentalismo es diverso, y la religión que tiende a satisfacerlo deberá esforzarse por adaptarse lo mejor que sea posible a sus modos múltiples, que son diferentes y variables según las razas y las épocas." (Ibid.). 

".lo universal no podría encerrarse por completo en un punto de vista especial, como tampoco en una forma cualquiera, lo que por otra parte es la misma cosa en el fondo. Lo mismo sucede con las verdades que pueden recibir la traducción de la que se trata: esta traducción, como cualquiera otra fórmula, es siempre incompleta y parcial, y lo que deja fuera de ella mide precisamente todo lo que separa el punto de vista de la teología del de la metafísica pura. Esto podría apoyarse con numerosos ejemplos; pero esos mismos ejemplos, para ser comprendidos, presupondrían desarrollos doctrinales que no podemos emprender aquí: tal sería, para limitarnos a un caso típico entre otros, una comparación establecida entre la concepción metafísica de la 'liberación' en la doctrina hindú y la concepción teológica de la 'salvación' en las religiones occidentales, concepciones esencialmente distintas, que sólo la incomprensión de algunos orientalistas ha pretendido asimilar, de un modo puramente verbal por lo demás." (Ibid.). 

"En el islamismo, por el contrario, la distinción de los dos puntos de vista [religioso y metafísico] es casi siempre muy neta, fuera del caso de algunas escuelas que están más o menos teñidas de misticismo, y cuya ortodoxia es por lo demás menos rigurosa que la de las otras escuelas esotéricas; esa distinción permite ver mejor que en cualquiera otra parte, por las relaciones del exoterismo y el esoterismo, cómo las concepciones teológicas reciben un sentido profundo mediante la transposición metafísica." (Ibid., 2ª parte, cap. IX: "Esoterismo y Exoterismo"). 

".toda verdad teológica puede transponerse en términos metafísicos, pero sin que lo recíproco sea cierto, pues hay verdades metafísicas que no son susceptibles de ser traducidas en términos teológicos. Por otra parte, no hay aquí más que una correspondencia, no una identidad, y ni siquiera una equivalencia; la diferencia de lenguaje señala una auténtica diferencia de punto de vista, y, desde el momento en que las cosas no son encaradas bajo el mismo aspecto, no pertenecen a idéntico dominio; la universalidad, que tan sólo caracteriza a la metafísica, no se halla de ninguna manera en la teología." (El error espirita, cap. X: "La cuestión del satanismo"). 
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A todo esto hay que añadir las citas publicadas en SYMBOLOS Nº 9-10, 1995: "Breve sobre la necesidad del exoterismo" (p. 278-284) que son bastantes y que incluyen la de una carta a Rodolfo Martínez Espinosa, así como lo contenido en las cartas enviadas a Goffredo Pistoni, también en el mismo Nº (p. 309-321). Igualmente lo escrito en las dirigidas a Vasile Lovinescu, que asimismo permanecían inéditas (Nº 17-18, 1999, cartas de 3-9-1935, 29-9-1935, etc.), y la remitida a Louis Caudron, de Amiens (Francia), abril de 1935, que junto con otras publicaremos en nuestro próximo Nº de SYMBOLOS y que textualmente dice: ".En cuanto a los ritos católicos, es bien cierto que, aunque sean de orden únicamente religioso y no iniciático (y en las condiciones actuales, ya incluso no puedan servir de base o punto de partida para una realización iniciática), sus efectos están muy lejos de ser despreciables. Sólo que, por otro lado, no habría que arriesgarse a que eso llegara a ser un obstáculo con respecto a posibilidades de otro orden que pudieran presentarse a continuación; es esto lo que complica la cuestión y me hace dudar de responderle de modo afirmativo. 

"En todo caso, no hay duda de que los ritos religiosos, en ellos mismos y en tanto que nada más venga a superponérseles, están hechos mucho más bien para mantener al ser en las prolongaciones del estado individual que para permitirle sobrepasarlo." 

Todo este conjunto configura por cierto un bloque importante, aunque no exhaustivo; si Dios quiere, o sea si el tiempo lo permite, iremos dando a conocer nuevos materiales.



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